Hace unos cuantos meses, tomé una decisión, no sé si acertada o no, aunque sobradamente meditada. Una decisión para dejar de hacer una de las cosas que más alivio le podía dar a mi espalda condolía. Había puesto muchísima ilusión desde el primer instante en que una persona tuvo la bendita idea de pensar en mí para una de las tareas mas deseadas de mi vida, pero toda una serie de factores me invitaron a no seguir intentándolo. Puede que fuese la postura más fácil, pero cuando uno no encuentra en sus “peones del morral”, ni la afición, ni la devoción, las posibilidades se diluyen. ¡Es mas, no es que no las encuentre es que no las querían ni quieren tener! Me planteo ahora, adentrados en la Cuaresma ¿que porcentaje de responsabilidad me corresponde? ¿supone esto un fracaso personal? ¿debería haber seguido intentándolo? Supongo que NO, que lo ví pero que muy claro, y que decidí no traicionarme a mi mismo. Quebrantar el principio básico de mantenerse delante de EL sabiendo que los de abajo sufren, no es y no será lo mío. Tocar el martillo, es algo mucho mas simple que darle tres testarazos al paso. No era lo apropiado, ni lo digno, sabiendo de antemano que el trabajo y el esfuerzo no darán frutos ningunos. Lo mas gracioso es como han vendido la moto los responsables del Cortijo, proclamando a los cuatro vientos en los medios de comunicación su regreso como agua de Mayo, cuando en mas de una década no se han preocupado ni siquiera de que su gente supiese los mas básico. ¡Sinceramente me alegro de mi decisión¡ ¡ahora si, verdaderamente me preocupan los de abajo! Ni entiendo su conformismo, ni su poca capacidad de superación, ni su afición. La única respuesta que encuentro es que su devoción les pueda seguir convenciendo en hacer de un oficio precioso un acto doloroso, sinsentido y cruel.
¡Que El Señor los ampare!
J.A.O.
Nota: "un rincón de sur" no se hace responsable de los juicios emitidos en las entradas invitadas.
0 anexos a este capítulo:
Publicar un comentario