Desde mi Torre de Babel...

Quien me conoce, o simplemente quien me sigue en cualquiera de las redes sociales en las que participo ya me habrá escuchado hablar de la Torre de Babel en la que vivo.

Tengo la suerte de poder decir que trabajo en algo que me gusta y  me apasiona (aunque con los tiempos que corren creo que con decir que tengo la suerte de trabajar ya es mas que suficiente), y entre los puntos a favor que suma mi lugar de trabajo se encuentra el tener la oportunidad de conocer y hacer amigos por todo el mundo. 

Y cuando digo todo el mundo, me refiero a todo el globo terráqueo, literalmente.

China, Chile, Australia, Holanda, Canadá, México, Argentina, Italia, Portugal, Brasil, Chipre, Francia, Turquía, Irlanda, Suecia, Grecia, Colombia, Argelia, Tunez... y por supuesto, casi todos los rincones de España. Así de repleto de chinchetas estaría mi mapamundi físico de los paises si me dedicara a colocar cada una de ellas en los lugares en los que al menos conozco a una persona.

Muchas de esas personas que han pasado durante pocos o muchos meses por mi vida simplemente han hecho eso, pasar; pero otras tantas se han convertido en personas importantes con las que trabajo a diario para que la distancia no sea motivo de distanciamiento (valga la redundancia)

Cuando conoces a personas interesantes, sea cual sea su nacionalidad, se aprende mucho de ellas. Pero es un añadido cuando esas personas que conoces son de distintos rincones del mundo, los cuales quizá nunca llegues a conocer, pero que ellos y ellas te describen y te cuentan y comparten contigo de tal manera que en el fondo también los hacen un poco tuyos.

Aprendes y enseñas palabras y expresiones típicas y te ríes con lo diferente que puede ser el significado de algunas palabras de lo mas normal y usual para nosotros y de lo mas chirriante para otros.

Pero como casi siempre, no todo de color de rosa. Y el alto precio a pagar por poder corretear y jugar por los pasillos de esta Torre de Babel es el de las despedidas. Demasiado continuas y no por ello fáciles de aceptar.

Gracias Marga, Danilo, Francesca, Francesca, Asma, Antonino, Lulú, Stephan, Rodrigo, Coke,  Miriam, Jaime, Anita, Jenny, Irene y muchos mas. 

P.D. Y ni que decir tiene que si buenos son los que vienen de fuera, tanto o mas son los compañeros de mi día a día. Ellas (porque los "piernipeludos no abundan") son otro de los pilares fundamentales que hacen que me guste mi trabajo y mucho. Esas con las que paso mas tiempo que en mi casa, o con mi familia. Esas con las que comparto risas y sonrisas, confidencias y preocupaciones, conversaciones y silencios. Esas que son hombro y apoyo en esas épocas en que no todo son agujetas de color de rosa. GRACIAS

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