De siempre he sido aficionada a las velas; me gustan mucho el ambiente que dan en las habitaciones, y me agrada el poder de relajación que llegan a causar en las personas, o al menos en mi. Especialmente de un tiempo a esta parte no hay día que pase que en algún momento de sus 24 horas no esté acompañada por la incandescente compañía de una de ellas.
Las hay para todos los momentos y ocasiones, olorosas, grandes, medianas, con fragancias frescas, de luz tenue, con olores exóticos y profundos. A quien le guste o empiece a interesarse en ellas descubrirá que se abre ante el un enorme abanico de posibilidades para dejarse acompañar por estos luminosos objetos.
No hay nada, o casi nada, como una ducha relajante iluminada solo por la luz de unas pequeñas candelas, o sentarse en el sofa a disfrutar del aroma que desprende una vela perfumada. Las velas relajan los sentidos y con su luz hacen que todo se vuelva mas tenue y suavizado, todo parece fluir de manera mas lenta provocando una armonía en el ambiente que incita a la relajación y evasión momentania de la realidad que nos rodea.
Desde aquí una enamorada de las velas que invita a este pequeño elenco de lectores a que se apunten a la "velamanía" y hagan disfrutar a sus sentidos de una agradable, aunque efímera, tranquilidad absoluta.
Las hay para todos los momentos y ocasiones, olorosas, grandes, medianas, con fragancias frescas, de luz tenue, con olores exóticos y profundos. A quien le guste o empiece a interesarse en ellas descubrirá que se abre ante el un enorme abanico de posibilidades para dejarse acompañar por estos luminosos objetos.
No hay nada, o casi nada, como una ducha relajante iluminada solo por la luz de unas pequeñas candelas, o sentarse en el sofa a disfrutar del aroma que desprende una vela perfumada. Las velas relajan los sentidos y con su luz hacen que todo se vuelva mas tenue y suavizado, todo parece fluir de manera mas lenta provocando una armonía en el ambiente que incita a la relajación y evasión momentania de la realidad que nos rodea.
Desde aquí una enamorada de las velas que invita a este pequeño elenco de lectores a que se apunten a la "velamanía" y hagan disfrutar a sus sentidos de una agradable, aunque efímera, tranquilidad absoluta.
4 anexos a este capítulo:
pos sabes tú a a mi la luz de las velas me molestan porque me deslumbra...? mis amigas se descojonan de mi cada vez que digo esto en algun bar en donde hay una velita en la mesa pero es que.. es verdad, jajaja! pero bueno, si estan en un discreto segundo plano... me encanta encender alguna vela...
En mi casa, cuando se ha ido la luz, se ha tirado más de vela que de linterna. Además, después de Semana Santa, un candelero de los que el Miércoles Santo han acompañado a la Merced solía (repárese en el tiempo pasado) dar luz a algunos momentos familiares el resto del año. En cierta ocasión fue un par de codales del Septenario de la Macarena (la única que existe). En noviembre, los difuntos han sido recordados con luz. ¿Aceptamos mariposa como prima hermana de la vela? y los miércoles, por San Judas Tadeo se le suele encender de dos a tres velas.
Exámenes, viajes, reuniones tensas, visitas al médico... Siempre hay un motivo para una vela. Pero el caso es que si hay cera que me haya gustado ver arder (y aunque no se parezca a la que María Magdalena cita) es la de la candelería de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso. Huélanla, si pueden.
Post Scriptum Perdonen la parrafada pero entendí que al mensaje estético y relajante de Isa le vendría bien el complemento devocional e histórico.
A mi las velas que me gustan son las de un buen altar repleto de cera, y al tercer día, vela que te crió para la estantería de mi cuerto, y como dice J.R, en fechas señaladas una velica de éstas ilumina la mesa.
Un saludo, por si aca.
P/D: Amóh a la vela señoree
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