El precio de las cosas... el precio de todo

¡Vaya semanita!

En los tiempos en los que estamos en el que el tema que gira constantemente en las conversaciones de a pie, en el bus, en las sobremesas de nuestros almuerzos es el dinero o mas bien la escasez del mismo, no se le ocurre a esta que suscribe otra cosa que divagar, dar vueltas y dilucidar a cerca de la "manía" (permitidme esta incoherente expresión) de dar y querer dar precio a todo. Como diría aquel a todo lo visible y lo invisible.

Trataba a mediados de la semana pasada en clase el tema del desarrollo sostenible (concepto y definición del cual ahora no viene al caso) pero en resumen de mala calidad y centrándome en lo que a este tema sobre el que me dispongo a divagar concierne, resulta que el país, la nación y esta Europa tan moderna a la que desde los años en que debiera haber estado terminada la A que une esta mi ciudad con la que llaman capital de la autónoma, se preocupa de normalizar (en el sentido de implantar normas), legislar y penalizar los actos de contaminación (de manera mas precisa y dura de lo que se hace hasta el momento) si y solo si previamente se realizara una cuantificación económica de todo lo que es medioambiente. ¿Quién es el guapo que cuantifica lo que vale la sabana africana? ¿quién va a decir lo que vale el machu pichu? ¿A como se cotizará el metro cúbico del aire en la Amazonia? ¡¡¡Qué barbaridad!!! Y es que si no se cuantifica, si no atentamos contra algo que valga dinero, parece que no se atenta.

Pero eso no es todo, hace hoy una semana, leí en prensa escrita que el señor presidente de este nuestro país ha pactado ni mas ni menos con el señor don premio nobel de la paz una alianza de ayuda en Afganistán, que no es otra cosa que mandar mas soldados españoles, a cambio del apoyo económico de aquellos. ¡Qué fácil! Allí que me voy yo, con mis hijas las góticas y mi mujer con todo pagado (por nosotros claro) a darme un garbeillo por la zona oeste de la casa que llaman blanca y para arreglar un roto con un remendado me pongo a valorar cuantitativamente la vida de los soldados españoles a cambio de parné. Que si! Que es su trabajo! y el que se mete en el ejercito sabe a lo que se mete ¿pero se mete a ser moneda de cambio para solventar problemas económicos?

Con esto, yo que parezco no dar mucho mas de mi misma ya colapso la parte de materia gris que destino al entendimiento; pero tenaz yo, no dejándome vencer por la incomprensibilidad de lo que me llega sigo dando vueltas a mi terca cabecita y en lugar de conseguir desliar lo mas mínimo la maraña de mis pensamientos solo consigo liarlos, si cabe, un poquito mas. Si hasta el dinero tiene un precio. Sin con lo que compramos, valoramos y queremos valorar fluctúa por cuenta propia... de manera concatenada también lo hace todo lo que éste barema y valora.

¡Demasiado para mí!

¿Qué será lo próximo a lo que queramos darle un precio?
¿Acabará todo teniendo un valor para poder cuantificarlo?
¿Seremos capaces de conseguir quedarnos con algo que tenga tal valor propio que ningún cochino dinero sea capaz de comprarlo?

Me leo, y parezco aquel romano que pareció haber perdido su gálea... lo mismo la tuvo que vender.